domingo, 5 de julio de 2009

El Amor Perfecto

En aquel pueblo tranquilo de Ostabat cubriéndolo el bello anochecer trayendo consigo un joven viajero llegando a mi modesto hospedaje localizado en las orillas del pueblo. El joven alto de tez blanca, cuerpo equilibrado y fortalecido, facciones tan finas: la escultura viviente de los ángeles; sin embargo sus ojos plateados lunáticos pero vacíos, no reflejaban ningún sentimiento, algo lo encadenaba para liberar aquellos afectos nobles y puros.

Al verlo pasar por la puerta, tuve que observarlo cuidadosamente y detalladamente para saber que veía con cansancio de su largo viaje hacia Santiago de Compostela...